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Comparación de los resultados del 26-J y el 20-D Fuente: El País |
Los resultados de las elecciones generales del día 26 de Junio arrojan unos resultados que muy pocos esperaban. El bipartidismo, y especialmente el PP, sale reforzado, incluso con un PSOE que pierde escaños. Unidos Podemos se queda con los mismos escaños que sumando los de Podemos e Izquierda Unida de las pasadas elecciones, habiendo perdido al rededor de 1.300.000 votos para la coalición. Con Ciudadanos también a la baja, perdiendo hasta 8 escaños, suponen unos resultados desilusionantes para las fuerzas emergentes que creían haber mejorado sus posiciones respecto al 20-D, especialmente la coalición de Unidos Podemos, que todas las encuestas daban como segunda fuerza, acercándose al PP por momentos, incluso en las realizadas a pie de urna.
Desde los colectivos de Podemos ya surge la duda sobre la fiabilidad de los resultados, exponiendo razonamientos más o menos acertados, sobre los que hablaré en otro artículo. Sin embargo, los resultados que arrojan estas elecciones no son tan distantes de las del pasado dicienmbre, donde el bipartidismo también mantuvo el tipo bastante bien. Bien se podría argumentar que en las pasadas también hubo una alteración de los resultados, pero pongo en duda que ello supusiera que no hubiera habido millones de personas que aún hubieran votado al bipartidismo.
Y es que parece que casi una década después de la crisis econímica que se ha visto que es una crísis de régimen, de una corrupción institucional galopante por parte de ambas formaciones mayoritarias, entre otras, de aceptar sin más todas las políticas austericidas impuestas por la corriente neoliberalista europea, de la desindustrialización del país, del paro juvenil superando el 50%, la emigración masiva, la precariedad de la sanidad, la educación y las pensiones, el problema de los refugiados, y otros tantos síntomas de la podredumbre del sistema, la mayoría social sigue con miedo al cambio.
La gran pregunta es ¿Por qué? ¿De dónde viene ese miedo? porque cuando uno ve las grandes cadenas de televisión y los medios de comunicación, está claro que muchos de estos tratan de intimidar a la población contra el cambio, no sea que se nos caigan los mercados, los bancos se hundan y se acabe el mundo. Pero ante la exageración mediática, por no hablar de manipulación, está el propio razocinio, la formación y la conciencia de uno mismo que se resiste a ser engañada y que verifica los datos que recibe, los contrasta y comprueba en base a la experiencia empírica si todo eso que cuentan es verdad. ¿No?
Muchas veces, cuando esto sucede, se atribuye todo el problema a la incultura de España, y es que nuestros jovenes siempre tienen peores resultados en lo académico, estadisticamente, en comparación con nuestros vecinos europeos. ¿Pero qué supone esto de verdad? En la mayor parte de Europa siguen ganando los partidos de siempre, los de centro derecha. En Alemania, tenemos a la CDU, o Unión Democrática Cristiana, el Frente Nacional creciendo en Francia, el nacionalismo ganando terreno en Inglaterra y los partidos xenófobos al alza en los paises nórdicos, no parece ser este un problema único de España.
¿Cuál es entonces el verdadero problema? Mentiría si dijera que lo se a ciencia cierta, pero algunos indcios y patrones que se repiten a lo largo de la historia nos pueden ayudar a analizar la situación. En primer lugar vemos que en situaciones de dificultad, como la pérdida de poder adquisitivo propiciada por las políticas de austeridad y la inestabilidad en los mercados, se tiende a culpar a factores externos, uno de los cuales es la inmigración, a la que muchas veces se le atribuye el aumento del paro, y por ende la pérdida de riqueza de la población. Esta conclusión, por supuesto falaz aunque conveniente para algunos, impulsa los movimientos xenófobos de la derecha.
Pero no toda la cuestión se dirime en base a esto. En otras ocasiones, el miedo a la incertidumbre que supone un cambio drástico también frena cualquier intento de modificación de un sistema, especialmente de las personas cuya cultura se ha formado en ese mismo sistema. Y es que creo que este es el principal rival a batir, la cultura. Por supuesto, no la cultura en general, que es un gran instrumento para la humanidad, si no una cultura determinada. Al fin y al cabo no se habrá completado el cambio de paradigma hasta que la cultura popular no haya sufrido un los cambios que se pretenden en las instituciones.
Es la cultura surgida después del derrumbe del bloque soviético, esa cultura que trajeron los vencedores, la que impera ahora. La cultura en la que tildar a alguien de comunista es casi un insulto, en la que se habla de gente con éxito y fracasados, en la que las políticas sociales van cada vez a menos y en la que vemos que los Estados pierden poder frente a las empresas. Esa es la cultura postmoderna y neoliberalista. Más que luchar contra el PP, o contra el PSOE o contra los partidos de derechas, debemos luchar contra nosotros mismos, contra esa cultura en la que crecemos. Debemos crear una contracultura más igualutaria, social y respetuosa, que prefiera la cooperación a la competición, y el bien general al bien individual.
Es esa cultura la que debemos cambiar, y eso es mucho más dificil que cambiar un gobierno, y encuentra las mismas o más resistencias. Requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, pero no es imposible, e implica un cambio más duradero y establecido. Eso es a lo que hoy en día se llama "construir desde las bases", fomentando esa cultura, ese cambio de ideario colectivo, donde cuando pensemos en una persona de éxito no pensemos en alguien con traje y corbata, una vida de lujos y los bolsillos llenos, si no en alguien que aporta un gran valor a su sociedad, una persona sabia y de confianza, querida por sus conciudadanos.